¿Quiénes Somos?
En Ikigai Bonsái, tenemos una pasión: El Bonsái
El verdadero maestro es el árbol, que nos enseña sobre la paciencia y el cuidado prudente
Si quieres tener una razón para vivir… Ten un bonsái
Yamadoristas de corazón
¡Hola, bonsaísta! Soy Justo López y quiero contarte cómo y por qué surgió Ikigai Bonsái
- El gran sueño y desafío de todo aficionado al bonsái, es aprender a cuidar y coleccionar árboles yamadoris.
- Estas criaturas centenarias poseen un encanto que nos vuelve locos. Sé que lo entiendes.
- Daniel García y yo, nos conocimos en el mundo del bonsái hace varios años; ya desde entonces sabíamos que éramos yamadoristas de corazón.
- Después de estar inmersos en el mundo del bonsái, descubrimos la necesidad e interés que hay entre los aficionados por poseer árboles yamadoris. Pero no cualquier yamadori.
- En el año 2017, decidimos echar a andar nuestro proyecto: Ikigai Bonsái.
- Desde ese momento nos hemos centrado en recuperar y cultivar árboles de calidad y belleza evidente; para ponerlos a tu alcance.
- Este es un espacio para ti, que eres un amante de los bonsáis y prebonsáis de yamadoris.
- Ikigai bonsái es el resultado de muchos años de aprendizaje y queremos compartirlo contigo.
Nuestra misión
Nuestra máxima es ofrecerte árboles bonsáis en perfecto estado de salud y en condiciones óptimas de cuidado y calidad
- Te ayudamos a elegir el yamadori más adecuado para ti, para que cuides y disfrutes de él.
- Nuestro compromiso contigo es asesorarte con ética, te hablaremos con la verdad porque nos gustan las relaciones largas y transparentes con nuestros clientes.
- Daremos un seguimiento a cualquier árbol que adquieras en nuestra tienda.
- Deseamos que tengas confianza en preguntarnos tus dudas e inquietudes.
- Todos estamos en continuo aprendizaje. No dudes en llamarnos y visitarnos.
- Dinos cuál de nuestros productos te gusta y encontraremos la mejor forma para que lo adquieras.
El Equipo IKIGAI
- Mi historia comienza en 1981. Nací en Tenerife, lugar del Teide y de paisajes que contrastan.
- Cuando tenía 3 años fuimos a vivir a Toledo, la tierra de mi padre.
- Fue en los montes de Toledo donde descubrí lo mucho que me gustaba la naturaleza.
- Estudié la carrera de Ingeniería Técnica de Obras Públicas en Hidrología.
- Ejercí como ingeniero algunos años, pero a mí, lo que me gustaba de verdad era el bonsái.
Justo López - El señor del cultivo
Escuché a mi ikigai y aquí estoy.
El bonsái lo tomaba en el biberón
- Timoteo López, mi padre, fue quien me regaló mi primer bonsái (un bosque de celtis australis) y mi primer ejemplar de la revista Cárabo (la versión infantil de Quercus).
Así inició mi gran pasión por la naturaleza.
- Aprendí de biología, de árboles, setas… Esas revistas expandieron mi mundo desde pequeño (todavía guardo los ejemplares, son mi tesoro).
Mi verano transcurría entre invernaderos
- Mi abuela era cultivadora de flores de corte y en mis vacaciones de verano la visitaba. El tiempo transcurría entre viveros e invernaderos.
- Fue ahí, donde estudié mis primeras lecciones de botánica, cultivo, aprendí el funcionamiento de los invernaderos y el tratamiento de todo tipo de plagas.
- Mi padre tenía ahí su colección de bonsáis. Para mí, era el paraíso y la llegada del verano... un curso intensivo de cultivo.
Bonsáis en macetas de Talavera de la Reina… ¡Hostias!
- A finales de los años 80, mi padre y otros aficionados fundaron “El Club de Bonsái Toledo”.
- Por fin había un lugar de reunión y aprendizaje para intercambiar ideas sobre el bonsái en Toledo.
- Yo con tan solo 9 años, me sentía como pez en el agua en ese mundo.
La gran revelación del maestro John Naka
- Con 10 años, tuve mi primer encuentro con los libros de John Naka... ¡Y flipe!
- En esos libros, el maestro Naka explicaba cómo recuperar árboles de la montaña y hablaba de los yamadoris de California.
- Fue en ese momento que conecté con mi ikigai y me sentí fascinado por la extracción de yamadoris en la montaña.
- Entonces me vino a la cabeza una idea… Ir a la montaña.
En busca del yamadori de oro
- Mi padre y yo buscábamos enebros y cuando los encontrábamos; los llevábamos a casa y los plantábamos.
- Durante los siguientes meses, cuidábamos de ellos de la mejor manera posible, con los conocimientos que teníamos en ese momento.
- Todo lo que hoy sabemos lo fuimos aprendiendo a base de aciertos y errores. Aprendimos a descifrar la lógica y lenguaje de las plantas.
Dimos con el método
- Paciencia y perseverancia, son palabras claves si te dedicas al bonsái.
- Mi padre y yo fuimos descubriendo y modificando las diversas técnicas para que los yamadoris vivieran.
- Llegamos a descubrir la forma de cultivar especies tan complicadas como los oxycedrus.
- La curiosidad nos llevó un paso más allá y empezamos a probar con árboles de semilla y de esqueje; poco a poco los árboles iban madurando, envejeciendo y cada vez eran más bonitos.
Cultivador de bonsáis
- Llevo más de la mitad de mi vida cultivando bonsáis y no me canso de aprender, de buscar la perfección en la extracción y en la estética.
- De los árboles he aprendido fuerza y perseverancia. Los yamadoris me han enseñado lo importante que es la resistencia.
- Muchas veces me pregunto ¿cómo es posible que un yamadori pueda sobrevivir con tan poco, ser tan hermoso y fuerte?
Daniel García - El señor de los pinos
- Fue en 2005, en el jardín de un amigo italiano, cuando observé un bonsái por primera vez. Me parecieron las criaturas más increíbles del universo.
- Cuando llegaba a su casa; no perdía el tiempo para acercarme a ellos y observarlos, estudiarlos.
Sentía una profunda curiosidad y admiración.
Pequeños universos en maceta
- Mi amigo al darse cuenta de mi interés por sus bonsáis me invitó al jardín de su hermano que tenía una colección importante de árboles.
- Todavía recuerdo la sensación que me recorrió el cuerpo, cuando visité ese jardín y vi tal cantidad de árboles juntos.
- Quedé muy sorprendido de las formas, estilos, especies y colores.
- Cada árbol en su maceta era un pequeño universo. Era algo que se podía crear y yo necesitaba hacerlo, fue un deseo, un impulso más fuerte que yo.
Así inicio mi historia con los bonsáis.
Simplemente increíble.
Crear naturaleza es posible
- El entorno geográfico en el que me encontraba era inspirador.
- Vivía en pleno prealpe italiano y los paisajes que contemplaba eran impresionantes.
- Me permitían echar a volar la imaginación para descubrir muchas posibilidades que quería poner en práctica con el bonsái.
El bonsái me capturó
- Poco a poco me reveló que podía crear pequeñas esculturas.
- Un árbol, en su estado natural es un diamante en bruto pero, cuando aplicas cariño e inicias un proceso de modificación con la técnica y el conocimiento correcto; logra convertirse en una creación única que consigue emocionarme y emocionar.
Esculpir bonsái, ¡me encanta!
- Muy pronto dediqué gran parte de mi tiempo a estudiar y conocer a través de los libros y revistas especializadas en bonsái.
Necesitaba más.
- Entonces me uní a un club de bonsaístas dónde aprendí a observar y del conocimiento de otros aficionados.
- Estaba claro. Quería crear, diseñar, esculpir y formar bonsái.
- Comenzó mi relación con las coníferas. Una larga y ramificada relación.
- Mi primer árbol fue un Olmo chino de porte mediano, con él puse a prueba mi capacidad para cultivar.
- Al poco tiempo adquirí un juniperus chinensis y comencé a aplicar las técnicas de modelado, diseño, alambrado, poda y la talla en madera muerta.
Me apasionaba profundamente, tenía Ikigai.
El más grande secreto sobre bonsái es...
- Todo lo que he aprendido sobre bonsái a lo largo de mi vida se basa en trabajar, trabajar y experimentar, siempre buscando obtener mejores resultados.
- Ese es mi secreto y te lo comparto.
- Diseñar me apasiona. La especie que más me gusta son los pinus sylvestris porque me permiten realizar diseños creativos, atrevidos.
Me invitan a superar determinados límites.
Bonsái es libertad
- Trabajando un árbol, intento ir más allá en su diseño.
- Me atrevo y aventuro.
- Diseñar es libertad mental, me sumerjo en un estado de concentración y en ese momento no hay ruido, solo la música que se crea entre el trabajo, el árbol y yo.
- La libertad mental que me proporciona el bonsái es comparable a montar en mi moto, mi otra gran pasión.
Ambas actividades requieren de concentración y atención total.
Un árbol, torno de trabajo y jazz de fondo
Diseñar es un ritual.
- Empiezo por observar el árbol, sus líneas y puntos más atractivos. En su follaje, valoro las distintas posibilidades.
- Intentó no olvidar que el árbol ya posee en sí mismo belleza. Su encanto es intrínseco y me invita a descubrirlo.
- Me gusta ser atrevido con el diseño, aplicar mi creatividad, pero sin olvidarme de ciertos rasgos tradicionales que me atraen.
Respeto su naturalidad, lo único que hago es enfatizarla.